16/10/11

Corona Capital 2011: El Gran Final (The Strokes)

El lugar se comenzó a abarrotar de gente, lo más sabio sería pararnos para no ser aplastados, lo cual llevamos a cabo rápidamente. Mi amiga empezó con sus impertinencias típicas de una ebria, como poner el vaso que contenía la cerveza en medio de nosotras, según ella quería mostrarme lo divertido que resultaba. No puedo decir honestamente que me encontraba en el mejor estado de conciencia, de hecho cuando dos tipas empezaron a entrar en dimes y diretes sin sentido alguno quise disuadirlas comentando que en el Corona todos éramos hermanos; si una persona cercana a mí no me hubiera recomendado voltearme seguramente habría salido de pleito.

Casi lo olvido… Después de tratar en calidad de bulto y casi aplastar a una pareja que se encontraba aun sentada en la espera de The Strokes, me tomé fotos con ellos; si me están leyendo, ¡soy yo la que casi los aplasta!

Emoción, la más pura y grande emoción; la sensación de que morirás de locura cuando se escuchen las primeras notas musicales. Eso era lo que sentía.

Gritos, empujones, silbidos, ansiedad en su máxima esplendor… ¡BANG! De un segundo a otro mi cuerpo dejó de ser mío para ser de la música, mi voz no era nada más que una pequeña fracción de un cántico de miles “New York City Coooops! New York City Coooops! New York City Coooops!” un sólo cántico se escuchaba.

A pesar de que los dos últimos álbums de la banda no me agradan, sobretodo el último, en “Heart In A Cage” y “Machu Picchu”, volví a ser presa de la emoción. Pero uno de los mejores momentos de la noche se lo llevó “The Modern Age”, lo único que puedo recordar es que mi cuerpo se movía al son de las guitarras, mis brazos se extendían, ya no estaba aquí simplemente estaba flotando en música… Y el gritito “GogogogogoGOOOOOOOOO!” no sé hizo esperar.

“You only live once”, continuó el proceso de alta éxtasis en mi organismo; un breve descanso fue el que tuve con “Under Cover of Darkness”, canción que aprovechó mi amiga para nalguear a unos sujetos que se encontraban enfrente de nosotras (Ok, no fue ella, bueno sí pero mi mano la obligó), juro que su cara de asustados valió la pena.

El descansito de emoción no nos duró mucho, pues la batería anunciaba el inicio de “Is This It”, gente sonriendo, la felicidad era cantar y moverse sin preocuparse por nada, simplemente estar ahí era felicidad… “I wanna be forgotten and I don’t wanna be reminded… You say ‘Please don’t make this harder’ No I wooont Yet!” De verdad pude haber muerto completamente feliz durante esa canción, las guitarras magníficas, la voz un deleite, la letra tan inspiradora desde la primera vez que la escuché.

Desde “Someday” hasta “Reptilia, pasando por “You’re so Right” y “12.51” (que por cierto fue la canción con la que los conocí), VodKatt dejó de ser VodKatt para volverse parte de algo irreal, algo que no era de aquí ni de allá, un viaje musical en el que mi cuerpo era la expresión de la música a través de mi ser. Las siguientes tres canciones las pasé riendo junto con mi amiga, ya que ninguna me encantaba y aún así bailaba como si el mundo fuera a acabar.

“You guys’re singing really well… Ah… Cantar… I’m sorry is pathetic my spanish… It’s patético… It’s terrible… Mi español not so good I’m sorry… My name is Casablancas” Palabras de Julian que ninguno de los presentes olvidará, ya que causaron una euforia inmedible; desde aquéllos que repetían las palabras del autor hasta aquéllas que se dedicaban a gritar “¡No importa, te perdono tu español patético!”. La guitarra suena, la batería la acompaña… Saltos y más saltos, nada más ni nada menos que “Laaaaaast niiiiiiiite she saaaaaid, oooooh baby I feeeel sooo dooown”, chavos aventándose, la multitud exaltada a un nivel máximo…

El encoré comenzó con la grandiosa “Under Control” “I don’t wanna waste your time…” que por cuestiones personales, me llegó a hacer cachitos el corazón pero simultáneamente me llenaba de alegría, alegría que no se ´podría comparar con las últimas dos canciones.

La primera mi canción favorita de The Strokes (Hard to Explain), ahí realmente el control y la razón sobre mí dejaron de existir en absoluto; brinqué como nunca en mi vida, canté como desesperada, me emocioné al grado de reírme inconscientemente. Quien conozca esta canción, sabrá que hay un breve silencio en medio de la misma, pues este silencio fue la gloria no sé por qué pero realmente fue un éxtasis que jamás había logrado alcanzar, musicalmente hablando.

Y el éxtasis se prolongó cuando el conocido solito de “Take it or Leave it” se escuchó, me parece que fue tanta mi emoción incontenible que la persona que se encontraba detrás de mí soltó un “¡No más no me pises!”, probablemente mi redacción ha ido en declive a lo largo de la redacción, pido una disculpa por eso, pero de verdad no sé cómo expresar lo que se siente escuchar tantas canciones que te fascinan en una misma noche. No miento cuando digo que en esta última canción mi sonrisa se dibujaba con una naturalidad sorprendente. Por poco más de tres minutos el mundo no existía para mí ni yo existía para el mundo.

He ido a varios conciertos en mi vida, cada uno tiene algo especial, cada uno te emociona de una manera única; después de todo la música es una manera de volar a cualquier parte deseada, de inyectarse emociones que de otra manera sería más difícil sentir. Pero lo que hizo el Corona Capital 2011 uno de los mejores días de mi vida y, probablemente, el mejor concierto al que he asistido, es que fueron 9 horas seguidas de constante desgaste físico y mi única preocupación era la música. Los repito y lo sostengo, el mundo no existía para mí, ni yo existía para el mundo. Mi mundo era la música y las personas con las que compartí tan tremendo evento.

Corona Capital 2011: Desde The Antlers hasta The Rapture

Fue así que a las 14.00 hrs. partí hacia el Autódromo. Mi vestimenta formada de unos jeans grises y playera, tenis y sudadera verdes; simple y cómodo. Llegando más o menos a las 15.15 hrs y junto a mis compañeras emprendimos una caminata un tanto extensa hasta llegar a la Curva 4 del Autódromo.

Fuimos recibidas con la última parte de la presentación de The Antlers, como lo decía el nombre del escenario "Corona Light", su sonido era algo muy light, los sujetos muy sexies y nosotras disfrutando sentadas desde el pastito echando la platicada muy a gusto. Al terminar dicho show, caminamos hacia el puesto más cercano de cervezas (¿por algo se llama CORONA Capital no?), mi primera kahuama del día se vio acompañadade las canciones de Austin Tv, quienes proclamaban un mensaje de unión entre los asistentes al festival. Los primeros gritos y aplausos de mi día se los llevó esta banda mexicana.

En el mismo escenario, el Corona, se presentó Mogwai, banda escocesa cuya especialidad son los viajes musicales al ritmo de su batería y sus múltiples guitarras combinadas por un bajo y, algunas ocasiones, teclado.

Al terminar Mogwai, nos dirigimos hacia el escenario Capital, en donde se presentarían los increíbles Editors. En el largo trayecto que debíamos recorrer fue que un puesto de cervezas se interpuso en mi camino y no tuve otra opción más que ceder ante el deseo de éstas a ser tomadas. Al llegar a nuestro destino, encontramos que Santigold aún no concluía su concierto, por lo cual decidimos volver a tomar asiento en el pastito y esperar a que Editors abriera.

De un momento a otro, los británicos salieron a deleitarnos con su canción denominada Camera, ésta fue coreada incesantemente por la mayor parte del público. Dejándonos llevar por la música casi olvidamos que The Rapture y Moby estaban a punto de empezar; nuestra huída al Bizco Club por parte de mi parte y la de mi amiga debía de ser rápidamente emprendida, mientras que mi prima se dirigiría a ver a Moby.

Tan sólo agarradas de la mano, nos dispusimos a correr a toda velocidad mientras un mar de gente se aproximaba en contra de nosotros. Esquivamos, saltamos, tropezamos, reíamos, simplemente la mejor y más veloz carrera que he dado en toda mi vida. Finalmente vislumbramos el escenario, frenamos un poco el paso, intentaba tomar el aire que me faltaba cuando al voltear levemente mi mirada distinguí un rostro familiar. Por respeto a la persona en cuestión, no mencionaré de quién se trata, sólo puedo decir que fue una verdadera sorpresa habernos encontrado en un evento de tal magnitud, y un gustazo haber compartido la parte final del concierto.

Fue que The Rapture apareció en escena, y aunque el sonido se fue brevemente en la primera canción la gente, incluyéndome, perdió la razón… Todo se trataba de saltar, de bailar, de reír, algunos aplicaban el ligue, mi amiga y yo simplemente disfrutábamos del ambiente electro-rock que nos regalaban los neoyorquinos. Buscábamos algún señor cervecero para que nos vendiera su producto, pero no había ninguno dentro de esa multitud.

Calculando tiempo para llegar a un lugar decente para presenciar a The Strokes, nos retiramos a medio concierto de The Rapture, el cual debo decir contaba con un sonido excelente, sobretodo en cuanto bajos. Claro está, que pasamos por nuestras municiones etílicas antes de volver a aplastarnos en el pastito del escenario Corona. La espera sería un tanto larga, pero nada que unas cuantas cervezas, cigarros de a montón y una buena compañía no arreglara.


(Continuación)



Corona Capital 2011: Preámbulo

Fue en la tarde del 6 de junio de este año que me enteré vía Twitter que OCESA anunciaría los artistas oficiales para un festival de música denominado Corona Capital. Debo confesar que, al ver el cartel oficial completo de dicho evento quedé en una encrucijada; sí, por supuesto que había bandas cuyo sonido apreciaba enormemente, pero de igual manera muchas otras no entraban dentro de mi gusto musical.

Así fueron pasando los días, a veces me convencía de comprar el boleto y al momento siguiente repudiaba esa misma idea. Entre tareas, proyectos, exámenes, estrés, mi primera materia reprobada, presión, salidas, fines de semana familiares, tristezas, alegrías y un sin fin de vaivenes típicos, y no tan típicos de mi vida, el tiempo se me escurrió y de repente me hallaba a tan sólo un mes del Corona.

Con completa convicción decidí que asistiría con tan sólo una condición establecida por mí misma: subir mi promedio. Si me conocen seguramente les comenté que el primer parcial me quitó la dignidad que tenía como estudiante (¿la exagerada no vino?), afortunadamente, en el segundo parcial volví a sentirme cómoda con mis calificaciones.

Primer obstáculo: SUPERADO

Ahora sólo tenía que convencer a mis señores padres de dejarme ir a lo que sería un día absolutamente genial. Usualmente, los permisos de cualquier tipo no se me niegan si los sé pedir, pero al tratarse de un concierto masivo tuve que poner en práctica mis capacidades de convencimiento a un grado extremo, que por supuesto, y a pesar de tratarse de una labor ardua, funcionaron sin mayor problema.

Así fue que a tan sólo seis días para el concierto, fui a comprar los boletos a la taquilla junto con mi prima, que fungiría como mi acompañante. Curiosamente al día siguiente, le comenté a una queridísima amiga de mi escuela lo sucedido, acto seguido respondió con un "¡No mames! ¿Sí vas a ir? ¡Ay, le voy a hablar a mi papá para que compre el boleto!", tan sólo unas horas después ya tenía boleto.

Cinco, cuatro, tres, dos, ¡un día para el Corona! Horarios, mapa, decisiones entre si íbamos a The Rapture o a Moby, que si nos quedábamos a ver a Portishead, a qué hora llegar, cuánto dinero llevar, cómo regresar a nuestros respectivos hogares, entre otras cosas quedaron establecidas a un día del evento (y se movieron horas antes y en el transcurso del concierto).

Por supuesto que al ser novata en esto de los festivales musicales tuve que pedir consejo a una amiga cuya experiencia es bastante extensa. Sus consejos iban desde el clásico "No vayas al baño ahí", hasta el bizarro "Si te cae líquido... Sigue pensando que es cerveza aunque se sienta calientito". Consejos indispensables y muy útiles.